Este texto no tiene imágenes, es largo y por eso os recomiendo que le deis al "play" del vídeo antes de empezar a leerlo...se os hará más corto.
Por fin llegó el día.
Hace un mes y medio (más o menos) que un grupo de personas tomaron una de las decisiones más duras de su vida: romper con 20 años (algunos más) de pasado, 20 años de su pasado, 20 años de nuestro pasado, 20 años de música, 20 años de amistad, 20 años de amores y desamores. En definitiva, 20 años de nuestra vida tirados por la borda…¿y por qué, se preguntarán algunos? Eso es algo que a día de hoy aún no sabemos.
Hace un mes y medio que un grupo de personas optaron por ponerse a trabajar duro (muy duro) en lugar de llegar a su puesto, colocar el papel en el atril, tocar e irse…como si nada hubiese pasado.
Y todo esto sin saber si acabarían tocando su flauta, su clarinete, su saxofón o su caja en un teatro o en el salón de su casa…al final no fue ni lo uno ni lo otro…pero ese es otro tema.
Ha pasado un mes y medio de duro trabajo. Yo, que trabajo y vivo a 2 horas y media de camino, sé que mis compañeros y amigos han trabajado duro, más de lo que muchos se pensaban. Lo primero, ¿dónde ensayamos? Lo siguiente: ¿pero cuántos somos? ¡Vaya! ¡Pero si para tocar hacen falta papeles! Y mil cosas más.
Una junta directiva, una comisión artística, una comisión de comunicación, una comisión económica, unos archiveros, y, aún así, no damos abasto. Compañeros, nadie dijo que esto iba a ser fácil…
Unos días suena muy bien, otros menos bien, unos días estamos eufóricos, otros días no tanto. Pero eso sí, al acabar los ensayos de los miércoles, cuando cada uno está tranquilamente en su cama…¡pues resulta que nadie puede dormir! Unos tararean las nuevas melodías, otros hacen “clarinet air” y otros, desde la lejanía, pensamos en cómo habrá ido la cosa.
Mucho papeleo, muchas ideas, muchos problemas, muchas horas dedicadas, pero también mucha entrega, mucha ilusión y mucho trabajo.
Y, por fin, llega el día. La Banda Sinfónica Ciudad de Baeza no es algo que muchos baezanos venían pidiendo durante muchos años, no es un sueño de unos pocos que tuvieron que irse y ansían volver, NO, la Banda Sinfónica Ciudad de Baeza ES UNA REALIDAD. 57 personas, ni una más ni una menos, llegan (unos con más puntualidad que otros) a la hora acordada al Auditorio de las Ruinas de San Francisco. Profesionales de la talla de Cecilio o de Abdón tienen la ocasión, después de muchos años, de volver a tocar en su pueblo con una banda de música, con su banda de música. Les hubiese gustado que esa banda de música se llamase de otra forma (a otros también nos hubiese gustado), pero no pudo ser.
Todo el mundo sigue el protocolo acordado en una de las múltiples reuniones que anteriormente se habían realizado, todo el mundo afina (de verdad), todo el mundo deja su estuche en los camerinos, etc. Sí, todos estos detalles son importantes, y como nosotros somos muchas cabezas pensantes no hemos dejado nada (absolutamente nada) sin planear. Todo lo que tiene que ocurrir está perfectamente definido.
Cuando abandonamos el escenario, aún a puerta cerrada, el único espectador que tenemos es el director de la Agrupación Musical de Linares. Cuando volvemos al mismo, con puntualidad casi británica, en el auditorio no cabe ni un alfiler. Los que hemos tocado durante muchos años en ese auditorio no recordamos nada parecido. Muchos (sobre todo los que no han podido entrar) se acuerdan del Teatro Montemar. Los músicos entran, ordenados (sí, para entrar al escenario hay que hacerlo teniendo en cuenta el lugar que va a ocupar cada uno, los que están más lejos de la escalera primero, el resto después). La gente aplaude…y aún ni se imagina lo que allí va a pasar.
Los presentadores, magistrales, no esperábamos menos de ellos. Los primeros nombres salen de su boca y los “viejos” de la banda empezamos a emocionarnos. Aguantamos el chaparrón como podemos y nos recomponemos.
El director entra y echa la batuta (no con la rapidez que a él le hubiese gustado). Suenan los acordes del pasodoble y…¡aquellos músicos parecen otros! La gente empieza a alucinar…y nosotros también. El único que parecía tranquilo es el que más nervioso debía estar, Joaquín, sí, el Maestro (aunque no le guste que le llamemos así). Tengo la suerte de tener por amigo (de los de verdad, de los que se cuentan con los dedos de una mano) al Maestro de la Banda Sinfónica Ciudad de Baeza. Lo conozco casi como si lo hubiese parido, pero aquel que se subió a la tarima era otro. Me sorprendió, gratamente, sabía lo que estaba haciendo (por mucho que a algunos le pese). Sabía que lo que allí estaba pasando era algo histórico. Y él no podía fallar. Nosotros, los que le conocemos, sabíamos que no iba a fallar, pero es que superó nuestras expectativas, consiguió la perfección (y no es pasión de amigo).
Concerto d´amore, se distinguen, por primera vez, los violonchelos interpretando la melodía del adagio…esos instrumentos que hacen que seamos “sinfónicos” (algunos usan este apelativo para descalificarnos…y a nosotros nos hace gracia…pobres).
Star Wars, el plato fuerte, técnicamente hablando. Algunos, ¿verdad Ángel?, pensamos: “que la fuerza nos acompañe”. Y nos acompañó, pero no se engañen, lo que nos acompañó fue la calidad de todos los músicos que allí estaban (sin excepción) y el trabajo bien hecho. Hubo pasajes magistrales, maravillosos, los acompañamientos graves del clarinete bajo, las sublimes melodías del corno inglés (¡¿alguien había escuchado este instrumento antes en Baeza?!)…arte en estado puro…¡¡y esta gente llevaba años sin tocar en Baeza!! ¡¡¡INCONCEBIBLE E INEXPLICABLE!!!
Se ha acabado la primera parte…¡¿ya?! ¡Qué barbaridad! ¡Si no nos hemos ni enterado! Pues vamos a por la segunda.
Marcha Fúnebre de Thalberg. A muchos músicos, (la mayoría) no les gustaba. Aún así, en el concierto hicieron la mejor interpretación que jamás habían hecho. Acabó gustándoles. Para mí fue perfecta…pero claro, ¡¡a mí me gustaba desde el primer día!!
Llega un momento transcendental, ¡Expiravit!. Sin palabras, esa música no necesita ser comentada. ¡¡Y llevaba años cogiendo polvo en un cajón…o en un basurero…cualquiera sabe!! Primeras palabras al público de nuestro director, de mi amigo. Perfecto, no hay que añadir ni quitar una coma a lo dicho.
Margot, una joya de la música. Me consta que el público se emocionó con nuestra interpretación…y, aunque fue una buena interpretación, prometemos que en el futuro sonará mejor.
¿Les ha sabido a poco? ¡Pues hay sorpresa! Sevilla Cofradiera del maestro galduriense Gámez Laserna. ¿Qué no saben lo que es galduriense? ¡Pues una persona natural de Jódar! Empieza la interpretación de una de las múltiples obras de arte que compuso el maestro. Esa marcha es imposible que suene mal, porque está compuesta a la perfección, porque es el mejor compositor de marchas de procesión de la segunda mitad del siglo XX…¡y es de Jódar! Tras pocos compases, en la primera repetición, no puedo más, me quito la flauta de la boca y disimulo…pero mis ojos estaban llorosos, lo confieso. Yo soy baezano allá donde vaya, pero la mitad de mí es galduriense. Eso, sumado a la emoción del acto en sí mismo, pudo conmigo. Me repongo como puedo y tras pocos compases me engancho. Yo nunca había llorado mientras tocaba, algo estaba pasando ahí que era especial. Cuando vuelva a tocar Sevilla Cofradiera ya nunca será igual, siempre reviviré estos momentos.
Por último, el Himno a Baeza. Espectacular, impresionante. Si hacía unos minutos me había emocionado por considerarme galduriense, ahora me emociono por ser baezano, un lujo. El público hace de improvisado coro. Jamás, y he tocado el himno muchas veces, aquel himno había sonado así. ¡¡¡2 minutos y medio de ovación así lo atestiguan!!!
Ya no había que disimular nada, durante esos 2 minutos y medio aquellos que tiraron por la borda 20 años de su vida, un mes y medio después lloran…pero de alegría. Ver a unos profesionales, pero sobre todo amigos (de esos de los de los dedos de una mano) llorando como niños pequeños, Abdón, Cecilio, Juanma, Joaquín y yo mismo, es porque allí había ocurrido algo más que un concierto. Algo más que hizo de aquel momento algo único que nadie (ni nosotros mismos) podrá volver a repetir en Baeza…al menos durante muchos, muchísimos años. El público estaba entregado a las palmas, nosotros entregados a las lágrimas…¡y ninguno quería parar! Ese momento de lloriqueo colectivo no tiene precio. Hemos vivido cientos de horas juntos, pero nunca habíamos sentido nada parecido a lo que allí vivimos en ese instante. Otros compañeros, y también amigos, también lloran. El “americano”, Pope y muchos otros…¡increíble!
Cuando bajo del escenario, al entrar a los camerinos, está Joaquín, el Maestro, el Director de la banda que hoy ha pasado a la historia, mi amigo. Nos abrazamos y él me dice algo, pero yo no puedo contestarle…no me salen las palabras…pero tampoco hacían falta. Sigo hacia adentro y Abdón, con el que durante este mes y medio hemos vuelto a revivir tantos momentos juntos, lloraba desconsoladamente…a él tampoco puedo decirle nada…ni a Juanma…ni a Cecilio, ni a nadie. 24 años haciendo música juntos han logrado que estemos allí...¡y no seamos capaces de decirnos nada!
Pero lo mejor de todo es que en nuestra banda no sólo estamos los “viejos” del lugar, no. Con este proyecto hemos tenido la oportunidad de conocer y aprender de gente que, posiblemente, no tiene nuestra experiencia, pero sí que tienen la ilusión que nosotros tuvimos en su día y que, poco a poco, consiguieron quitarnos. Estos jóvenes han hecho historia (aunque algunos no lo sepan), pero en un futuro serán ellos los que lleven las riendas de este proyecto que otros hemos empezado. No podemos prometerles una sala de ensayo, no podemos prometerles un archivo con partituras del siglo XIX, no podemos darle dinero, no podemos prometerles ni tan siquiera que vaya a haber un próximo concierto. Sólo podemos prometerles que nosotros no le quitaremos la ilusión…y eso no es poco. Ojalá hace muchos años alguien nos hubiese prometido lo mismo a nosotros, pero no pudo ser.
Aún así, no guardamos rencor. Ni a los que nos ridiculizan (que hoy, dos días después del concierto, deben estar debajo de las piedras), ni a los que consiguieron que sacrificásemos muchos años de nuestra vida por otro proyecto que podía no resultar (pero que resultó), ni a los que considerábamos nuestros amigos y hemos descubierto que no son tal cosa. No, no os guardamos rencor, porque dicen que la música amansa a las fieras y yo añado que la buena música espanta el odio, el rencor, la rabia y todos los malos pensamientos. Y nosotros, el domingo 15 de marzo, con los amigos de siempre y con los nuevos, conseguimos hacer algo que hacía años que habíamos olvidado, algo que no nos permite odiar. Conseguimos disfrutar (de verdad) haciendo música. Y, en parte, esas personas a las que podríamos guardar rencor son las que han conseguido que hoy estemos aquí.
El esfuerzo, los malos ratos, las críticas destructivas, el trabajo, el no dormir, las preocupaciones, los problemas, los impedimentos, no han podido con nosotros. Estamos aquí y somos una banda, una banda de música y una banda de amigos.
Esta es una de las mejores experiencias de nuestras vidas. ¿Los que no quisieron estar? Posiblemente desde el domingo estén arrepentidos, pero ya es tarde, nunca podréis vivir nada parecido a lo que los 57 músicos, los 57 amigos, vivimos el domingo.
Compañeros, nadie dijo que iba a ser fácil…aunque tampoco nadie nos advirtió que iba a ser maravilloso.
HA MERECIDO LA PENA.
GRACIAS A TODOS, SIN EXCEPCIÓN.
Antonio Carmona
Flauta, Flautín, Miembro de la Comisión de Comunicación y de la Artística